Durante siglos este lema ha estado íntimamente ligado a la
Virgen del Rosario, de tal forma que sus iniciales PTSL están grabadas en las
claves de los arcos que sostienen la cúpula de la Iglesia de Santo Domingo.
Todo comenzó en 1679, en el mes de Mayo comenzaron los
primeros síntomas de la epidemia de peste que se extendía por toda Andalucía.
La situación se convirtió en tan insostenible que el 24 de Junio comenzaron
unas rogativas a la Virgen del Rosario, colocando la venerada imagen en andas
en el lado del Evangelio del presbiterio, a los dos días, el 26 de Junio, apareció
en el entrecejo de la imagen una milagrosa luz, en forma de estrella, con los
colores del arco iris.
No fue una aparición momentánea, sino que duró sesenta días,
tiempo durante el cual remitió la epidemia, que se dio por terminada el 6 de
octubre de ese año. No quiso el
Arzobispo de Granada, el trinitario calzado Fr. Bernardo de los Ríos y Guzmán,
que no quiso que tan relevante acontecimiento, quedara sin el respaldo de la
Santa Madre Iglesia, que tras el interrogatorio a 38 testigos, entre ellos
Pedro Atanasio Bocanegra y Juan de Sevilla, así como las discusiones teológicas,
dieron como resultado que el 12 de octubre de 1679 el Arzobispo de Granada,
declaraba ser milagrosa la luz en forma de estrella, aparecida en el rostro de
Ntra. Sra. del Rosario.
Desde entonces, el Excmo. Ayuntamiento hizo voto de asistir
a la última función de los cultos a Ntra. Sra. la Virgen del Rosario, estrella
del mar, hoy un año más, volverá a
asistir el ayuntamiento a la solemne función que conmemora tan augusto milagro.