Santo Domingo de Henares (1765-1838), natural de Baena (Córdoba), se trasladó a vivir con su familia a Granada a la edad de cuatro años. En nuestra ciudad fue donde floreció su amor a Dios y el virtuosismo para el estudio y el conocimiento, dando como fruto su vocación como fraile dominico.
En 1782 tomó el hábito, y un año después, realizó su profesión religiosa. Recién profeso, una vez iniciados los estudios teológicos, manifestó voluntad decidida de ser misionero, partiendo al Nuevo Mundo en 1785. Finalizados sus estudios en la Universidad de Santo Tomás de Manila, era ordenado en 1789 y enviado un año después a las misiones de Tonkín (hoy al norte de Vietnam) Allí fue rector del Seminario de Tién-Chu, luego vicario episcopal, y finalmente fue ordenado Obispo en 1803.
En palabras de San Jerónimo Hermosilla: «Pureza extrema de vida, celo insaciable por la salvación de las almas, sed ardiente del martirio, evangélicamente pobre para sí mismo y prodigiosamente generoso con los necesitados», así fue Santo Domingo Henares. El 11 de junio de 1838 era martirizado, gozando de la gloria de los altares desde 1988.
En el Libro Canónico de nuestra Archicofradía consta que Santo Domingo de Henares fue Cofrade del Rosario. Hoy damos gracias a Dios por su testimonio de vida cristiana, siempre al servicio de los demás, y donde la devoción por el Santo Rosario estuvo tan presente.