lunes, 28 de noviembre de 2011

Preparación pregón de las glorias 2012

El miércoles está prevista una reunión del presidente de la Federación de Hermandades y Cofradías con los representantes de las hermandades de Gloria para la organización del Pregón de las Glorias 2012, sin duda alguna agradecemos este gesto de acercamiento, que esperemos que no sea el único a fin de que las Hermandades de Gloria, ocupen el lugar que les pertenece.
No estaría mal tampoco que las hermandades no penitenciales se unieran en cierta forma a la federación para los intereses comunes, como sería por ejemplo, la coordinación con los cuerpos policiales para la salvaguarda del orden público durante los desfiles procesionales.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Adviento 2011

Se inicia con las vísperas del domingo más cercano al 30 de Noviembre y termina antes de las vísperas de la Navidad. Los domingos de este tiempo se llaman 1°, 2°, 3° y 4° de Adviento. Los días del 16 al 24 de diciembre (ferias mayores de Adviento) tienden a preparar más específicamente las fiestas de la Navidad.
El tiempo de Adviento tiene una duración de cuatro semanas y se prolonga hasta la tarde del 24 de diciembre, en que comienza propiamente el tiempo de Navidad. Podemos distinguir dos periodos. En el primero de ellos, que se extiende desde el primer domingo de Adviento hasta el 16 de diciembre, aparece con mayor relieve el aspecto escatológico y se nos orienta hacia la espera de la venida gloriosa de Cristo. Las lecturas de la misa invitan a vivir la esperanza en la venida del Señor en todos sus aspectos: su venida al final de los tiempos, su venida ahora, cada día, y su venida hace dos mil años.
En el segundo periodo, que abarca desde el 17 hasta el 24 de diciembre inclusive, se orienta más directamente a la preparación de la Navidad. Su nos invita a vivir con más alegría, porque estamos cerca del cumplimiento de lo que Dios había prometido. Los evangelios de estos días nos preparan ya directamente para el nacimiento de Jesús.
En orden a hacer sensible esta doble preparación de espera, la liturgia suprime durante el Adviento una serie de elementos festivos. De esta forma, en la misa ya no rezamos el Gloria, se reduce la música con instrumentos, los adornos festivos, las vestiduras son de color morado, el decorado de la Iglesia es más sobrio, etc. Todo esto es una manera de expresar tangiblemente que, mientras dura nuestro peregrinar, nos falta algo para que nuestro gozo sea completo. Y es que quien espera es porque le falta algo. Cuando el Señor se haga presente en medio de su pueblo, habrá llegado la Iglesia a su fiesta completa, significada por solemnidad de la fiesta de la Navidad.
Tenemos cuatro semanas en las que Domingo a Domingo nos vamos preparando para la venida del Señor. La primera de las semanas de adviento está centrada en la venida del Señor al final de los tiempos. La liturgia nos invita a estar en vela, manteniendo una especial actitud de conversión. La segunda semana nos invita, por medio del Bautista a «preparar los caminos del Señor»; esto es, a mantener una actitud de permanente conversión. Jesús sigue llamándonos, pues la conversión es un camino que se recorre durante toda la vida. La tercera semana preanuncia ya la alegría mesiánica, pues ya está cada vez más cerca el día de la venida del Señor. Finalmente, la cuarta semana ya nos habla del advenimiento del Hijo de Dios al mundo. María es figura, central, y su espera es modelo estímulo de nuestra espera.
En cuanto a las lecturas de las misas dominicales, las primeras lecturas son tomadas de Isaías y de los demás profetas que anuncian la Reconciliación de Dios y, la venida del Mesías. En los tres primeros domingos se recogen las grandes esperanzas de Israel y en el cuarto, las promesas más directas del nacimiento de Dios. Los salmos responsoriales cantan la salvación de Dios que viene; son plegarias pidiendo su venida y su gracia. Las segundas lecturas son textos de San Pablo o las demás cartas apostólicas, que exhortan a vivir en espera de la venida del Señor.
El color de los ornamentos del altar y la vestidura del sacerdote es el morado, igual que en Cuaresma, que simboliza austeridad y penitencia. El domingo 3º, Gaudete, se permiten los ornamentos rosas o un morado mas adornado. Son cuatro los temas que se presentan durante el Adviento:

I Domingo
La vigilancia en espera de la venida del Señor. Durante esta primer semana las lecturas bíblicas y la predicación son una invitación con las palabras del Evangelio: "Velen y estén preparados, que no saben cuándo llegará el momento". Es importante que, como familia nos hagamos un propósito que nos permita avanzar en el camino hacia la Navidad; ¿qué te parece si nos proponemos revisar nuestras relaciones familiares? Como resultado deberemos buscar el perdón de quienes hemos ofendido y darlo a quienes nos hayan ofendido para comenzar el Adviento viviendo en un ambiente de armonía y amor familiar. Desde luego, esto deberá ser extensivo también a los demás grupos de personas con los que nos relacionamos diariamente, como la escuela, el trabajo, los vecinos, etc.

II Domingo
La conversión, nota predominante de la predicación de Juan Bautista. Durante la segunda semana, la liturgia nos invita a reflexionar con la exhortación del profeta Juan Bautista: "Preparen el camino, Jesús llega" y, ¿qué mejor manera de prepararlo que buscando ahora la reconciliación con Dios? En la semana anterior nos reconciliamos con las personas que nos rodean; como siguiente paso, la Iglesia nos invita a acudir al Sacramento de la Reconciliación (Confesión) que nos devuelve la amistad con Dios que habíamos perdido por el pecado. Durante esta semana puedes buscar en los diferentes templos que tienes cerca, los horarios de confesiones disponibles, para que cuando llegue la Navidad, estés bien preparado interiormente, uniéndote a Jesús y a los hermanos en la Eucaristía.  

III Domingo
El testimonio, que María, la Madre del Señor, vive, sirviendo y ayudando al prójimo. Coincide este domingo con la celebración de la Virgen de Guadalupe, y precisamente la liturgia de Adviento nos invita a recordar la figura de María, que se prepara para ser la Madre de Jesús y que además está dispuesta a ayudar y servir a quien la necesita. El evangelio nos relata la visita de la Virgen a su prima Isabel y nos invita a repetir como ella: "Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?.
Sabemos que María está siempre acompañando a sus hijos en la Iglesia, por lo que nos disponemos a vivir esta tercer semana de Adviento, meditando acerca del papel que la Virgen María desempeñó. Te proponemos que fomentes la devoción a María, rezando el Rosario en familia.

IV Domingo
El anuncio del nacimiento de Jesús hecho a José y a María. Las lecturas bíblicas y la predicación, dirigen su mirada a la disposición de la Virgen María, ante el anuncio del nacimiento de su Hijo y nos invitan a "Aprender de María y aceptar a Cristo que es la Luz del Mundo". Como ya está tan próxima la Navidad, nos hemos reconciliado con Dios y con nuestros hermanos; ahora nos queda solamente esperar la gran fiesta. Como familia debemos vivir la armonía, la fraternidad y la alegría que esta cercana celebración representa. Todos los preparativos para la fiesta debieran vivirse en este ambiente, con el firme propósito de aceptar a Jesús en los corazones, las familias y las comunidades.

sábado, 19 de noviembre de 2011

¡Prepárate para la fiesta del Rey del universo!

Cristo es el Rey del universo y de cada uno de nosotros.Es una de las fiestas más importantes del calendario litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del universo. Su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz.

La fiesta de Cristo Rey fue instaurada por el Papa Pío XI el 11 de Marzo de 1925.
El Papa quiso motivar a los católicos a reconocer en público que el mandatario de la Iglesia es Cristo Rey.

Posteriormente se movió la fecha de la celebración dándole un nuevo sentido. Al cerrar el año litúrgico con esta fiesta se quiso resaltar la importancia de Cristo como centro de toda la historia universal. Es el alfa y el omega, el principio y el fin. Cristo reina en las personas con su mensaje de amor, justicia y servicio. El Reino de Cristo es eterno y universal, es decir, para siempre y para todos los hombres.

Con la fiesta de Cristo Rey se concluye el año litúrgico. Esta fiesta tiene un sentido escatólogico pues celebramos a Cristo como Rey de todo el universo. Sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado, pues se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace casi dos mil años, pero Cristo no reinará definitivamente sobre todos los hombres hasta que vuelva al mundo con toda su gloria al final de los tiempos, en la Parusía.

Si quieres conocer lo que Jesús nos anticipó de ese gran día, puedes leer el Evangelio de Mateo 25,31-46.

En la fiesta de Cristo Rey celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos, y así el Reino de Dios puede hacerse presente en nuestra vida. De esta forma vamos instaurando desde ahora el Reino de Cristo en nosotros mismos y en nuestros hogares, empresas y ambiente.

Jesús nos habla de las características de su Reino a través de varias parábolas en el capítulo 13 de Mateo:

“es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”;

“es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que fermenta toda”; “es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”;

“es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra”.

En ellas, Jesús nos hace ver claramente que vale la pena buscarlo y encontrarlo, que vivir el Reino de Dios vale más que todos los tesoros de la tierra y que su crecimiento será discreto, sin que nadie sepa cómo ni cuándo, pero eficaz.

La Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo entre los hombres. Su predicación y extensión debe ser el centro de nuestro afán vida como miembros de la Iglesia. Se trata de lograr que Jesucristo reine en el corazón de los hombres, en el seno de los hogares, en las sociedades y en los pueblos. Con esto conseguiremos alcanzar un mundo nuevo en el que reine el amor, la paz y la justicia y la salvación eterna de todos los hombres.

Para lograr que Jesús reine en nuestra vida, en primer lugar debemos conocer a Cristo. La lectura y reflexión del Evangelio, la oración personal y los sacramentos son medios para conocerlo y de los que se reciben gracias que van abriendo nuestros corazones a su amor. Se trata de conocer a Cristo de una manera experiencial y no sólo teológica.

Acerquémonos a la Eucaristía, Dios mismo, para recibir de su abundancia. Oremos con profundidad escuchando a Cristo que nos habla.

Al conocer a Cristo empezaremos a amarlo de manera espontánea, por que Él es toda bondad. Y cuando uno está enamorado se le nota.

El tercer paso es imitar a Jesucristo. El amor nos llevará casi sin darnos cuenta a pensar como Cristo, querer como Cristo y a sentir como Cristo, viviendo una vida de verdadera caridad y autenticidad cristiana. Cuando imitamos a Cristo conociéndolo y amándolo, entonces podemos experimentar que el Reino de Cristo ha comenzado para nosotros.

Por último, vendrá el compromiso apostólico que consiste en llevar nuestro amor a la acción de extender el Reino de Cristo a todas las almas mediante obras concretas de apostolado. No nos podremos detener. Nuestro amor comenzará a desbordarse.

Dedicar nuestra vida a la extensión del Reino de Cristo en la tierra es lo mejor que podemos hacer, pues Cristo nos premiará con una alegría y una paz profundas e imperturbables en todas las circunstancias de la vida.

A lo largo de la historia hay innumerables testimonios de cristianos que han dado la vida por Cristo como el Rey de sus vidas. La fiesta de Cristo Rey, al finalizar el año litúrgico es una oportunidad de imitar a estos mártires promulgando públicamente que Cristo es el Rey de nuestras vidas, el Rey de reyes, el Principio y el Fin de todo el Universo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Funeral Cofrades Difuntos

Mañana jueves 10 de Noviembre, se celebrará en unión con la Real Federación de Cofradías de Granada, una misa de funeral por los cofrades difuntos. Si algo se puede hacer en caridad por los difuntos es la Santa Misa, cuyo valor infinito puede ayudar a los difuntos a gozar de la presencia de Dios, por lo tanto invitamos a participar en esta eucaristía que será a las 20:45 en la Igleisa se San José de Calasanz, Padres Escolapios.

Asimismo pedimos en este mes de Noviembre que cada hermano rece una parte del rosario por los cofrades difuntos.

domingo, 6 de noviembre de 2011

7 de Noviembre - Todos los santos de la Orden de Predicadores

Fiesta de Todos los Santo de la Orden de
Predicadores:
 Oración:
Oh Dios, modelo de toda perfección, que enriqueces siempre a tu Iglesia para edificar el cuerpo de Cristo con diversos dones; concédenos que, siguiendo las huellas de todos los santos de nuestra familia, gocemos un día, en comunión con ellos, de la gloria para siempre. Por Cristo nuestro Señor, Amén.
LA SANTIDAD EN LA ORDEN DE SANTO DOMINGO.

Texto del Padre Ramón Martínez Vigil O.P. 1884.
La verdadera gloria y la verdadera grandeza de una Orden religiosa constituyela,
á no dudarlo, la santidad de sus miembros. Siempre será verdad que el árbol se conoce por sus frutos. Hemos visto con qué ardor y con qué feliz éxito se han ocupado los religiosos de la Orden de Predicadores en la salud espiritual del pueblo cristiano. El estudio, la enseñanza, la predicación, y las artes, bajo sus diferentes fases, han sido en todo tiempo los medios de que se han valido para hacer bien á las almas, pero sin olvidar jamás que Santo Domingo les había recomendado especialmente la propia santificación, como precisa condición para trabajar con fruto en la santificación de los demás. Debían de producir santos y más santos, y multiplicarlos en cada siglo, y aún en cada año, á la manera de esos árboles fecundos que dejan caer anualmente á sus pies los frutos producidos por la abundancia de su savia y madurados por el calor del sol.
Bajo este punto de vista, la Orden de Santo Domingo, produciendo santos sin cesar, por espacio de más de seiscientos años, es un espectáculo bellísimo, que contemplan enajenados los mismos espíritus celestiales. Desde su fundación, decía en él siglo pasado Clemente XIV en la Bula de canonización de San Pío V, fué esta Orden religiosa como un fértil campo que dio constantemente á la Iglesia hombres eminentes en doctrina y santidad.
Y Pío IX afirmaba: De la familia de los religiosos Predicadores, como de una mina riquísima, no cesan de salir hombres ilustres por su santidad. El Omnipotente ha hecho ciertamente cosas grandes en favor de esta Orden, y la ha enriquecido de santos.
No me preguntéis, decía Clemente X, cuántos santos dio al cielo la Orden de Santo Domingo: contad, si podéis, las estrellas que brillan en el firmamento, y entonces conoceréis el número de santos que constituyen la familia del patriarca de Guzmán.
Es el cielo dominicano un firmamento
inmenso tachonado de innumerables astros, donde resplandecen con brillo deslumbrador los apóstoles, los doctores , las vírgenes y los mártires. Desgraciadamente la memoria de un número infinito de estos santos personajes ha perecido para la historia, porque nuestros padres han pecado por exceso de modestia en la materia. San Francisco de Asís, muerto cinco años más tarde que Santo Domingo, fué canonizado en seguida,, y los religiosos menores, poseídos de una santa emulación, llenaron el mundo con el nombre de su santo fundador.
Los Dominicos, por el contrario, apartaban de la tumba de su padre á las turbas que
venían á venerarle, y ocultaban los milagros que allí se obraban.
Fué preciso que interviniese en el asunto el papa  Gregorio IX, dirigiendo á los religiosos de Bolonia severas reprimendas por su negligencia y por su lentitud en pedir la canonización de su glorioso fundador: el mismo Papa tuvo que tomar cartas en la promoción del proceso.
Puede decirse que la Orden entera mereció,
hasta cierto punto, los cargos que el Soberano Pontífice dirigió al convento de Bolonia. ¡Cuántos santos religiosos hubo, cuyas virtudes heroicas, cuyos milagros, y hasta cuyos nombres, se han perdido para nosotros!
Dice un historiador del Beato Alberto Magno, hablando de los milagros de este
ilustre hijo de Santo Domingo, que se ha perdido la memoria de ellos por la negligencia de los religiosos contemporáneos en  escribir las actas. Es verdad, — añade para disculparlos, que los religiosos de aquel tiempo apenas paraban mientes en esas cosas, por la sencilla razón de que hacer milagros era entre ellos cosa común, y en medio del número casi incontable de santos personajes en que abundaba la Orden, los milagros de tal ó cuál santo pasaban casi inadvertidos. En el siglo xvii dirigió un cargo análogo el General Galamino á los Dominicos españoles de Filipinas.
Un religioso teatino, el P. Savonari, afirma que en el espacio de veinte años murieron 3,000 dominicos en olor de santidad; y el Papa Clemente X, al instituir una fiesta especial para honrar á todos los santos de la Orden de Predicadores, decía que si se hubiese de asignar un día para cada uno de ellos, sería preciso hacer un nuevo calendario. La Orden celebra, en efecto, el oficio de más de doscientos santos y beatos, cuyo culto ha sido confirmado solemnemente por la Iglesia.






3 de Noviembre, Fiesta de San Martín de Porres


3 de Noviembre, Fiesta de San Martín de Porres

El día 3 de Noviembre celebramos la fiesta de esta humilde pero querido santo de la Orden de Predicadores, y lo haremos con la celebración de la Eucaristía a las ocho de la tarde. Os dejamos unas notas biográficas.

Fue hijo bastardo del ilustre hidalgo -hábito de Alcántara- don Juan de Porres, Tuvo don Juan dos hijos, Martín y Juana, con la mulata  Ana Vázquez,  Martín nació mulato y con cuerpo de atleta el 9 de diciembre de 1579 y lo bautizaron, en la parroquia de San Sebastián, en la misma pila que Rosa de Lima.

La madre lo educó como pudo, más bien con estrecheces, porque los importantes trabajos de su padre le impedían atenderlo como debía. De hecho, reconoció a sus hijos sólo tardíamente; los llevó a Guayaquil, dejando a su madre acomodada en Lima, con buena familia, y les puso maestro particular.

Martín regresó a Lima, cuando a su padre lo nombraron gobernador de Panamá. Comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías; también comprendía el oficio disponer de yerbas para hacer emplastos y poder curar dolores y neuralgias; además, era preciso un determinado uso del bisturí para abrir hinchazones y tumores. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores.

Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Como su persona y nombre imponía respeto, tuvo que intervenir en arreglos de matrimonios irregulares, en dirimir contiendas, fallar en pleitos y reconciliar familias. Con clarísimo criterio aconsejó en más de una ocasión al Virrey y al arzobispo en cuestiones delicadas.

Alguna vez, quienes espiaban sus costumbres por considerarlas extrañas, lo pudieron ver en éxtasis, elevado sobre el suelo, durante sus largas oraciones nocturnas ante el santo Cristo, despreciando la natural necesidad del sueño. Llamaba profundamente la atención su devoción permanente por la Eucaristía, donde está el verdadero Cristo, sin perdonarse la asistencia diaria a la Misa al rayar el alba.

Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los frailes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado, ocupando la ínfima escala entre los frailes. Allí vivían en extrema pobreza hasta el punto de tener que vender cuadros de algún valor artístico para sobrevivir. Pero a él no le asusta la pobreza, la ama. A pesar de tener en su celda un armario bien dotado de yerbas, vendas y el instrumental de su trabajo, sólo dispone de tablas y jergón como cama.

Llenó de pobres el convento, la casa de su hermana y el hospital. Todos le buscan porque les cura aplicando los remedios conocidos por su trabajo profesional; en otras ocasiones, se corren las voces de que la oración logró lo improbable y hay enfermos que consiguieron recuperar la salud sólo con el toque de su mano y de un modo instantáneo.


Revolvió la tranquila y ordenada vida de los buenos frailes, porque en alguna ocasión resolvió la necesidad de un pobre enfermo entrándolo en su misma celda y, al corregirlo alguno de los conventuales por motivos de clausura, se le ocurrió exponer en voz alta su pensamiento anteponiendo a la disciplina los motivos dimanantes de la caridad, porque "la caridad tiene siempre las puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura".

Pero entendió que no era prudente dejar las cosas a la improvisación de momento. La vista de golfos y desatendidos le come el alma por ver la figura del Maestro en cada uno de ellos. ¡Hay que hacer algo! Con la ayuda del arzobispo y del Virrey funda un Asilo donde poder atenderles, curarles y enseñarles la doctrina cristiana, como hizo con los indios dedicados a cultivar la tierra en Limatombo. También los dineros de don Mateo Pastor y Francisca Vélez sirvieron para abrir las Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, donde los niños recibían atención y conocían a Jesucristo.

No se sabe cómo, pero varias veces estuvo curando en distintos sitios y a diversos enfermos al mismo tiempo, con una bilocación sobrenatural.

El contemplativo Porres recibía disciplinas hasta derramar sangre haciéndose azotar por el indio inca por sus muchos pecados. Como otro pobre de Asís, se mostró también amigo de perros cojos abandonados que curaba, de mulos dispuestos para el matadero y hasta lo vieron reñir a los ratones que se comían los lienzos de la sacristía. Se ve que no puso límite en la creación al ejercicio de la caridad y la transportó al orden cósmico.

Murió el día previsto para su muerte que había conocido con anticipación. Fue el 3 de noviembre de 1639 y causada por una simple fiebre; pidiendo perdón a los religiosos reunidos por sus malos ejemplos, se marchó. El Virrey, Conde de Chinchón, Feliciano de la Vega -arzobispo- y más personajes limeños se mezclaron con los incontables mulatos y con los indios pobres que recortaban tantos trozos de su hábito que hubo de cambiarse varias veces.

El santo de la escoba fue canonizado por el Papa Juan XXIII el 6 de Mayo de 1962 con las siguientes palabras del Santo Padre:
"Martín excusaba las faltas de otro. Perdonó las más amargas injurias, convencido de que el merecía mayores castigos por sus pecados. Procuró de todo corazón animar a los acomplejados por las propias culpas, confortó a los enfermos, proveía de ropas, alimentos y medicinas a los pobres, ayudo a campesinos, a negros y mulatos tenidos entonces como esclavos. La gente le llama ‘Martín, el bueno’."
Sus restos descansan en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima junto a los de Santa Rosa de Lima y a los de San Juan Macias.