¡Querido abuelo Joaquín!, la Virgen del Rosario, a la que tú tanto amabas y reverenciabas vino por fin a por ti y tú te dejaste llevar. Yo así lo creo por que Ella lo promete a sus devotos y por que una testigo te vio sonreir en el momento justo de entregar el alma a Dios. El te regaló siete hijos maravillosos de los cuales uno no nació por que tenía que interceder por todos nosotros desde el cielo junto con tu mujer, mi abuela Antonia. Tu vida no fue fácil por eso quisiste para ellos la fé que tú vivias, pero comprendiste que la fe no se impone sino que, viviendola sinceramente, se convierte por si sola en una fuerza irresistible de conviccion.
¡ Abuelo!, doy gracias a Dios por el don de tu persona y por ser mi abuelo por que comprendo que hoy dia muchos niños y niñas necesitan abuelos que les hablen y sobre todo les den ejemplo de amor a Dios y a los hombres, tal y como lo dijo nuestro querido Papa Juan Pablo II. Tu vida ha sido en ese sentido y hasta el último momento testimonio del temor de Dios que tanto falta hoy desgraciadamente. Testigo fui de que, estando ya tu cabezita tan agitada, te hablabamos de Dios, de la Virgen, y volvias a la razón siguiendo con nosotras los rezos y alabanzas a Jesús y María... tu inconsciente estaba lleno de Dios.
Sé que tú ya estás intercediendo por tu familia, tal y como hiciste en la tierra con tus rosarios, pero con la diferencia de que ahora eres más fuerte que antes. ¡Sigue,abuelo, sigue pidiendole a la Virgen del Rosario, a San Juan de Dios y a tu Señor Jesús la conversión de todos nosotros, especialmente de aquellos que más lo necesitan!.
Siempre te llevaremos en nuestros corazones y diremos con orgullo: ¡Bendito seas Joaquín, devoto ardientísimo de la Virgen del Rosario y de San Juan de Dios!.
HASTA PRONTO.
¡ Abuelo!, doy gracias a Dios por el don de tu persona y por ser mi abuelo por que comprendo que hoy dia muchos niños y niñas necesitan abuelos que les hablen y sobre todo les den ejemplo de amor a Dios y a los hombres, tal y como lo dijo nuestro querido Papa Juan Pablo II. Tu vida ha sido en ese sentido y hasta el último momento testimonio del temor de Dios que tanto falta hoy desgraciadamente. Testigo fui de que, estando ya tu cabezita tan agitada, te hablabamos de Dios, de la Virgen, y volvias a la razón siguiendo con nosotras los rezos y alabanzas a Jesús y María... tu inconsciente estaba lleno de Dios.
Sé que tú ya estás intercediendo por tu familia, tal y como hiciste en la tierra con tus rosarios, pero con la diferencia de que ahora eres más fuerte que antes. ¡Sigue,abuelo, sigue pidiendole a la Virgen del Rosario, a San Juan de Dios y a tu Señor Jesús la conversión de todos nosotros, especialmente de aquellos que más lo necesitan!.
Siempre te llevaremos en nuestros corazones y diremos con orgullo: ¡Bendito seas Joaquín, devoto ardientísimo de la Virgen del Rosario y de San Juan de Dios!.
HASTA PRONTO.