lunes, 21 de marzo de 2011

Funeral por el P. Gonzalo Pérez Lobato

Si hay una persona indispensable en la historia de la Archicofradía del Rosario de las últimas décadas es el P. Gonzalo Pérez Lobato, sacerdote dominico nacido en 1920 y que falleció en nuestra ciudad el 22 de Marzo de 2007, al cumplirse cuatro años de su muerte nos reuniremos para honrar su memoria y pedir por su eterno descanso con una Eucaristía el próximo miércoles día 23 a las ocho de la tarde.


El P. Gonzalo, nació en Justel, provincia de Zamora y obispado de Astorga el 15 de febrero de 1920, muy pronto su familia se estableció en el cercano municipio de Moratones de Vídriales, en octubre de 1931 ingreso en el Seminario Menor de Rosinos de Vídriales, en 1932 conoció a un padre dominico que buscaba vocaciones y en septiembre de 1933 llego al convento dominicano de Almagro, donde continuo los estudios preparatorios para tomar el habito dominicano, que estaba previsto tomar en septiembre de 1936.

Sin embargo el 18 de julio estalla la guerra civil y nuestro P. Gonzalo, que tenia 16 años es hecho preso mientras son martizados varios frailes del convento de Almagro. Tras ser conducido a Madrid, fue llevado, junto con otros compañeros, a diversos pueblos de Valencia, para terminar de enfermero en el hospital internacional de Onteniente.

En medio de la guerra, de las penalidades, de persecución de la fe cristiana, el rezo diario del Santo Rosario, fue el único medio de mantener viva la vocación, terminada la contienda civil, y sufrir una grave enfermedad, el 14 de septiembre de 1941 toma el habito dominicano y comienza el noviciado. En 1947 es ordenado sacerdote. En 1969 llega a Granada como administrador del Colegio Mayor y en 1978 es nombrado coadjutor de la parroquia y un año después en 1979 fue nombrado Padre Director de esta Archicofradía. Tras la jubilación continuo en la parroquia, llevando Caritas Parroquial, atendiendo a las Comunidades Neocatecumenales, visitando enfermos y siendo director de la Archicofradía del Rosario.

Esta Archicofradía nunca puede dejar de dar gracias a Dios por haber tenido como Padre Director a un dominico ejemplar en todos los aspectos y que tanta huella a dejado entre los fieles no solo de la feligresía de Santo Domingo, sino de la ciudad entera.

Su ejemplo ha sido una constante predicación.
Su palabra un estímulo.
Su caridad para con los pobres una auténtica encarnación del Evangelio.
Su compañía, asistencia y visitas a los enfermos una mano sanadora.
Su amor a la Virgen del Rosario un camino hacia la esperanza.
Su vida entre nosotros un gran regalo de Dios.