TITULARES

- NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO CORONADA -


La efigie de Nuestra Señora del Rosario Coronada fue donada por los Señores de Gor, oficiales de la Archicofradía y bienhechores de la misma, en 1552. Es una interesante talla de madera de tamaño natural, en postura de pie, ligeramente inclinada hacia adelante, ataviada con un vestido de plata perpetuo, a la moda de la corte de Felipe II. Porta al Niño Jesús en su brazo izquierdo y el cetro y rosario en la mano derecha. La imagen del Niño Jesús es de talla completa para vestir, realizado por Antonio Valero en 1787.

La Imagen de Nuestra Señora del Rosario era primitivamente una talla de tamaño inferior al que hoy día presenta, de bulto rendondo, con ropajes tallados y estofados. Pero definitivo fue para su iconografía que D. Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, granadino, decidiera llevarla consigo en su  galera a la Batalla de Lepanto, en 1571, entendible en el contexto de fervor nacional que suscitó esta batalla decisiva para la cristiandad.

La devoción fue en continuo aumento, prueba de ello es que a los cincuenta y siete años de la Batalla, en 1628, fue revestida de plata labrada a martillo y guarnecida de piedras preciosas, anagramas de Cristo y María y esmaltes, costeado por las terciarias dominicas Dª. María Jerónima y Dª. Catalina de Aragón. Este riquísimo y vistoso vestido perpetuo requirió la transformación de la imagen, que al ser de talla completa se hubo de adaptar a la nueva y característica indumentaria, la cual sólo se mostraba en solemnes ocasiones, sobrevistiéndola con ricos mantos y sayas el resto del año.

Este singular traje se conservó en perfecto estado hasta la invasión napoleónica en que fueron expoliadas parte de las piedras preciosas. Como consecuencia, durante todo el siglo XIX nadie volvió a conocer a la Señora de Lepanto con su traje de plata, habiendo de esperar a los primeros años del siglo XX para dejar ver, de manera tímida, solo la parte delantera, de manera excepcional, siendo también la norma mostrarla a los fieles con sayas y mantos de tela. Según consta en los inventarios, desde el siglo XVI, y en los grabados del siglo posterior, la Santísima Virgen siempre lucía mantos textiles sobre los hombros y toca sobre la cabeza, por lo que queda descartada la teoría popular de la existencia de un manto de plata, supuestamente expoliado en la invasión francesa de 1810. No hay constancia en los citados inventarios de que existiera una pieza realizada en orfebrería de plata, ni testimonio de que la imagen se presentara ante los fieles sin manto, como viene realizándose desde la segunda mitad del siglo XX.

En el año 1960, con motivo de la Coronación Canónica, fue restaurado el vestido de plata, dotándole de una toca y reponiendo todas las piedras que faltaban, obra que ejecutó  el orfebre granadino Miguel Moreno, gracias a la aportación del entonces Presidente de la Archicofradía, D. José Martínez Ferrol. La restauración se pudo apreciar en todo su esplendor el 14 de mayo de 1961, día en que fue coronada la Santísima Virgen en los jardines del Triunfo.

La imagen de Nuestra Señora del Rosario fue restaurada en la sede del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico en el año 2010.



- SANTO DOMINGO DE GUZMÁN -

La Archicofradía del Rosario, como parte de la familia dominicana, ha sido y es partícipe de potenciar y extender la devoción a nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores y del Santísimo Rosario, desde hace siglos.

En nuestras Reglas se contempla la celebración, en unión con la comunidad de frailes y orden tercera, de la festividad de Santo Domingo, procesionándose además desde el siglo XVII, una bella imagen de finales del citado siglo o inicios del siglo XVIII, realizada por alguno de los famosos escultores de la familia Mora. Esta imagen, a semejanza de la principal que recibe culto en la Iglesia, era portada en la procesión del mes de octubre por los frailes dominicos, acompañando a la Santísima Virgen del Rosario en su discurrir por las calles de Granada.

Esta tradición se perdió en los años treinta del siglo XX, recuperándose de manera extraordinaria en el año 2016, con motivo del 800 aniversario de la Orden de Predicadores.