Tal día como hoy, en el año 1526, es decir hace 499 años, nacía en Granada Don Álvaro de Bazán y Guzmán, cofrade del Rosario y quizás, el marino más importante de la historia de España y su Armada. Nuestro almirante invicto nunca conoció la derrota.
Desde época de la reconquista su
familia estuvo muy ligada a la Orden Dominica y la Archicofradía del Rosario.
En un pleito de 1521, conservado en el Archivo de la Real Chancillería se deja
constancia de que nuestra archicofradía, debido a las obras de construcción del
Convento de Santa Cruz la Real, se reunía habitualmente en la Iglesia de Sancti
Spiritu del Palacio de los Bazanes. Iglesia que un años después pasaría a
formar parte del convento de monjas dominicas del mismo nombre.
Pero sin duda el hecho que
unitaria para siempre a la Virgen del Rosario y a Don Álvaro seria la batalla
de Lepanto. De hecho, a partir de ese momento fundaría una Cofradía del Rosario
para los marinos y soldados a su servicio. A continuación, ofrecemos un
fragmento del breve apostólico de Gregorio XIII emitido el 11 de octubre de
1576 en el que concede la indulgencia plenaria a los miembros de esta cofradía
del Rosario:
“(…) Así pues, como hemos sabido, la cofradía de los soldados españoles... llamados de la Liga de Italia, bajo la advocación del Rosario de la Santísima Virgen María, hacia la que el amado hijo español Álvaro de Bazán, capitán de los dichos soldados, y hermano de dicha cofradía, tiene un sentimiento especial de devoción, está establecida canónicamente. Para que dicha cofradía sea tenida en la debida veneración, y los fieles cristianos ingresen en ella con espíritu más dispuesto, a fin de que se vean más abundantemente confortados por los dones de la gracia celestial, por la misericordia de Dios Todopoderoso, y apoyados en la autoridad de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, otorgamos a todos y cada uno de los soldados españoles, ahora y a los que en el futuro sean cofrades de dicha cofradía, que contritos y confesados, en el momento de su muerte invocaren el nombre de Jesús con la boca o el corazón, la plena Indulgencia y remisión de todos sus pecados, por autoridad apostólica (…)"
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